Jun 30, 2020 Pareja
Nos cuesta mucho romper con aquello a lo que nos hemos aferrado. Sobre todo, en el ámbito de las relaciones, pensar que lo que viene siempre será mejor parece una fantasía poco real. Aunque, la verdad, es lo único real. Cuando una situación se cae por sí misma, cuando una relación ya no se sostiene, el mundo se nos viene encima y creemos que todo se termina. No obstante, esto no es así.
Es una sensación que tenemos, quizás fruto de la dramatización excesiva que hemos aprendido con respecto a las relaciones.
Lo que los sentimientos nos hacen experimentar
A pesar de que lo que viene siempre será mejor, en el momento de la ruptura sentimos que todo se viene abajo y que nuestra vida se termina. Eso es porque nuestros sentimientos nos están jugando una mala pasada.
- Sentimientos de desesperanza, de corazón roto, miedos de no encontrar a nadie igual, temor por sentirnos incapaces de ser felices con otra persona…
- El cambio, salir de la zona de confort, aun a regañadientes, provoca mucha inseguridad y, en el caso de las relaciones, este tipo de emociones.
Sin embargo, debemos tener mucho cuidado y diferenciar entre lo que estamos sintiendo y lo que es mejor para nosotros. Porque esta vorágine de emociones puede llevarnos a lo que conocemos como relaciones intermitentes.
Descubre: Las relaciones intermitentes son una tortura
Las relaciones intermitentes son aquellas en las que sus miembros están juntos, después rompen, regresan y vuelven a romper. Así sucesivamente. Esto ocurre porque su miedo a un final decisivo les hace dar siempre marcha atrás.
No obstante, como hemos podido darnos cuenta, vuelven a romper. Por lo tanto, nada va bien y lo mejor que podrían hacer es abandonar esa relación por completo. Porque lo que viene siempre será mejor.
Lo que nos sucede nos permite crecer
Por muy doloroso que sea un proceso de ruptura, no hará más que enriquecernos. Aprenderemos de esa relación, conoceremos a otras personas e iniciaremos otro tipo de relaciones que nos permitirán aprender aún más.
Si hacemos como en las relaciones intermitentes y volvemos una y otra vez con la misma persona, ¡no estamos aprendiendo nada! Nos estamos encasillando, regresando a una zona de confort que nada nos aporta, pero en la que nos sentimos seguros.
A pesar de la inseguridad que nos aborda al dar ese paso para abandonar aquello que creíamos seguro en su momento, a pesar de sentir que todo va a cambiar y no desear que suceda esto, lo que viene siempre será mejor.
Nuevas experiencias, nuevas oportunidades… En definitiva, nuevas opciones para poder seguir aprendiendo, creciendo, madurando y conociéndonos mucho mejor.
Lee: 5 formas de salir de tu zona de confort sin morir en el intento
No debemos forzar situaciones ni aferrarnos a aquellas que ya no dan frutos, sino que más bien los pudren. Esto es dañino para nosotros y puede hacer que, cuando tengamos más edad, pensemos en el valioso tiempo que hemos perdido.
Está bien no tirar la toalla a la primera de cambio si hay expectativas de crecimiento. Si no las hay y lo que buscamos es comodidad, seguridad, tranquilidad y no enfrentarnos a nuestros miedos, esa toalla debería ir al suelo pero ya.
Lo que viene siempre será mejor para nosotros
Lo que viene siempre será mejor, pero para ello tenemos que aprender de las experiencias sin aferrarnos a ellas. No lamentarnos, no victimizarnos… Tomarlas como algo que ha sucedido y que nos ha enseñado a madurar y a crecer.
Todo lo que nos ocurre nos ayuda a ser mejores personas, siempre y cuando así queramos verlo. Nuestra perspectiva sobre las situaciones siempre es determinante.
Pensemos en todas las experiencias que en su momento creímos que supondrían el final de nuestra vida. Situaciones en las que pensamos que nos quedaríamos solos, que nadie se fijaría en nosotros, que jamás volveríamos a tener pareja, que no sabríamos vivir sin pareja…
¿Qué ha ocurrido ahora que podemos ver todo lo sucedido con perspectiva? Aquellos años atrás nos resultaron una tortura, pero ¿ahora?
Seguro que estamos orgullosos de en quienes nos hemos convertido y agradecemos esas experiencias que en su momento fueron dolorosas, pero que nos permitieron convertirnos en la persona que somos hoy en día.
Porque lo que viene siempre será mejor, lo creamos o no.
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