Jun 30, 2020 Bienestar
El ego es la parte de nosotros que identifica a nuestro «yo». Sin embargo, existen 4 identidades del ego que provocan que este no sea, precisamente, nuestro amigo.
Cuando el ego es elevado puede desencadenar importantes conflictos. Por ejemplo, nos insta a juzgar, criticar y atacar a los demás.
Lee: 5 formas de conectar con nuestro «yo» para combatir el vacío emocional
Construimos nuestra identidad conforme al ego, pero ¿eso es en realidad lo que somos? ¿Nos definimos así?
Demos respuesta a estas preguntas profundizando en las 4 identidades del ego.
Las cuatro identidades del ego
1. Mis posesiones me definen
Desde pequeños nos enseñan que tener cosas es importante, pues ellas nos definen. Si tenemos muchas, es que nos va bien. Si tenemos pocas, es que tenemos carencias o nos falta el dinero.
Tener muchos regalos nos hace sentir que somos felices. En cambio, si esto no es así nos sentiremos unos desgraciados al compararnos con los demás.
Todo esto ha provocado que nuestra identidad esté asociada a nuestras posesiones. Cuando, en realidad, lo que somos pasa por encima de todo esto.
El minimalismo es una tendencia que muchas personas están poniendo en práctica para eliminar la primera de las identidades del ego.
Consiste en eliminar todo lo innecesario, lo que no es útil y solo sirve para ocupar espacio en nuestra vida.
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De esta manera, podemos empezar a ser conscientes de que no somos valiosos por lo que tenemos, sino por lo que somos.
2. Mi identidad la conforman las opiniones de los demás
Al igual que definirnos de acuerdo a nuestras posesiones es algo que nos han enseñado, también nos han educado para tener siempre en cuenta las opiniones de los demás.
De esta manera, en esta segunda de las identidades del ego, hemos desarrollado un miedo atroz a las críticas y, también, hemos iniciado una búsqueda constante de la aprobación externa.
Las tomas de decisiones, nuestra forma de vestir y comportarnos, todo esto siempre está supeditado a lo que los demás puedan opinar o decir.
Sin embargo, si las opiniones de los demás conforman nuestra identidad, ¿qué ocurre si hay diferentes puntos de vista?
Lo que sucederá es que hoy creeremos que somos muy trabajadores porque así nos lo han dicho, mientras que mañana podemos considerarnos unos vagos porque alguien así lo ha afirmado.
Esto provoca que nos sintamos perdidos y que no sepamos realmente quienes somos.
3. Soy lo que hago
En la tercera de las identidades del ego, hacer las cosas bien, incluso el estatus que alcancemos en nuestro trabajo nos define. Cuanto mejor las hagamos, más valor tendremos.
Sin embargo, al igual que en los casos anteriores, esto no es más que fruto de un miedo interno a no sentirnos válidos.
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Por eso buscamos trabajos que estén bien vistos o en los que sepamos que vamos a tener posibilidades de ascender rápidamente.
Tenemos miedo al fracaso, porque nuestro ego nos dice que somos nuestro dinero, nuestro trabajo, el puesto que tenemos en la empresa, las cosas que hacemos o el personal que tenemos a nuestro cargo.
Entonces, ¿si nos equivocamos qué ocurre? ¿Si perdemos el trabajo qué pasa? ¿Dejamos de ser quienes somos?
4. Estoy separado de todo lo demás
La cuarta de las dimensiones del ego nos hace creer que estamos separados de todo lo demás. No creemos que tengamos algo que ver con otras personas, por eso nos comparamos, buscamos ser especiales y únicos.
No somos capaces de vernos como un todo, porque eso nos aterroriza. Sería perder nuestra identidad ¿o tal vez no?
Creer que lo que tenemos, nuestros logros y nuestro dinero nos define nos hace pobres. Impide que nos sintamos plenos si no tenemos nada de eso.
Es una forma de autosabotearnos a nosotros mismos, de depender de lo externo para ser felices, sentirnos válidos y creer que somos alguien.
Estas 4 identidades del ego están muy presentes en nuestra vida. No obstante, todo lo que creíamos que nos definía, en realidad no es más que un espejismo lleno de miedo.
Miedo a no ser únicos y a formar parte de un todo. Un temor intenso a investigar en nuestro interior cuál es nuestra verdadera identidad que nos insta a centramos en lo externo.
Nadie nos enseña a buscarnos a nosotros mismos.
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