El amor que se mendiga no es amor

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Jun 30, 2020   Pareja

Quien mendiga amor sabe que muy bien que su compromiso ya no es auténtico, que la relación se ha apagado. Aun así, pretende avivar la chispa buscando una segunda oportunidad, pero lo único que va a conseguir es sufrimiento. Quien comete el error de pedir ser amado, da a la otra persona una posición de poder muy peligrosa.

Es entonces cuando caemos, sin darnos cuenta, en relaciones desiguales donde pueden entrar la manipulación, el chantaje e incluso la humillación. Quien mendiga amor puede perderse a sí mismo, y cuando eso ocurre, nuestra autoestima queda seriamente fragmentada.

Asume que has perdido ese amor

No es fácil admitir que nuestra relación ya no se mantiene, que vivimos en una falsedad, que la otra persona se halla a mil años luz y que nosotros somos ya un satélite que gira inútilmente a su alrededor. A pesar de que nuestro radar emocional sea muy consciente de que ya no existe el amor, hacemos uso de la negación como mecanismo de defensa para seguir alimentando un amor irreal pero del que no podemos desprendernos.

¿Qué hay en realidad detrás de estos comportamientos? ¿Por qué hay quien pide seguir siendo amado cuando en realidad la otra persona ya le ha dado la negativa?

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La falsa esperanza del amor que se mendiga

De niños nos enseñan el valor del esfuerzo, la necesidad de luchar por aquello que deseamos. De alguna manera, asociamos esa lucha también con las relaciones afectivas, cuando en realidad el plano emocional no funciona de este modo.

  • No por esforzarnos, por humillamos o dejarlo todo para demostrar nuestra insuperable pasión por la otra persona va a hacer que él o ella nos quiera. El corazón no funciona así, no es sano.
  • La falsa esperanza es el veneno de quienes se niegan a ver la realidad. Queda claro que no es fácil aceptar el desamor, pero cuando la otra persona nos ha dejado muy claro que no siente nada, es vital que lo aceptemos.

El amor que se mendiga: actuar de forma diferente para ser amados

Actuar en contra de tus valores, mostrar una imagen que no va contigo para ser más deseable, abandonar costumbres para asumir otras afines al ser deseado… Todo ello es una forma de lenta autodestrucción que además de humillarnos, puede afectar a nuestra salud mental y emocional. No caigas en este error.

la tristeza se supera

 

La falsa ilusión como mecanismo de defensa

Hay una cosa que está clara: dejar una relación supone tener que reconstruir nuestra vida, y eso es algo para lo que no todo el mundo está preparado. Por eso, en ocasiones se recurre a la falsa ilusión como mecanismo de defensa, como salvavidas emocional pensando en que «si hago esto se fijará en mí de nuevo» o «si se compadece de mí es que aún me ama».

Todo ello son conductas muy comprensibles que podemos llevar a cabo durante unos días, hasta que poco a poco llegue la aceptación. En caso de mantenernos durante varios meses este tipo de comportamiento, nos estaremos haciendo mucho daño a nosotros mismos y también a la otra persona.

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El camino hacia la aceptación cuando aparece el desamor

A la hora de asumir el desamor o el fin de una relación, cada uno de nosotros reaccionará de un modo. Un aspecto a tener en cuenta es que para conseguirlo cada persona necesitará unos caminos propios que le habrán de resultar más terapéuticos: buscar apoyo, cambiar de ciudad, iniciar nuevas aficiones, hacer un viaje…

A pesar de ello, vale la pena tener en cuenta estas estrategias con las que, por encima de todo, poder cuidar de nuestra autoestima.

  • Todos necesitamos un porqué: las relaciones se acaban por una razón y hay que conocerla para poder pasar página de forma más efectiva sin alimentar falsas esperanzas soñando con una segunda oportunidad.
  • Un adiós cara a cara: un rechazo, un «hasta aquí hemos llegado», debe darse cara a cara y nunca mediante un mensaje o terceras personas.
  • Las palabras sinceras, aunque dolorosas, pueden ser terapéuticas.
  • Es el momento de pensar en ti. Quien mendiga amor cuando las cosas están claras, se traiciona a sí mismo. Es necesario proceder a la aceptación y vivir el «duelo» en cada una de sus fases. Es esencial pensar en nosotros mismos, en sanar el vacío, el rechazo, la ausencia.

El dolor de ahora son fragmentos de nosotros mismos que hemos de recoger con dignidad para reconstruirnos de nuevo. Es una tarea laboriosa que requiere tiempo, esfuerzos y muchas atenciones, pero el tiempo hará que cada vez duela menos.