Jun 30, 2020 Maternidad
Los trastornos alimentarios están a la orden del día en niños con autismo. Pueden tener diversas causas, aunque por lo general son secundarios a las alteraciones características de este trastorno. De hecho, ocurren unos u otros, con diversos grados de intensidad.
Cabe recordar que los trastornos del espectro del autismo (TEA) son un conjunto de desórdenes del sistema nervioso central que afectan la función cerebral. Su inicio suele ser durante la infancia y los problemas en el funcionamiento neuronal se traducen en dificultades en las áreas de interacción social y habilidades comunicativas.
Factores asociados a los trastornos alimentarios en niños con autismo
El ámbito alimentario es uno de los afectados en pacientes con autismo. Su origen se vincula a lo siguiente:
- Alteraciones en la percepción sensorial, que se traducen en una hiposensibilidad o hipersensibilidad a algunas texturas, sabores, olores o colores de los alimentos.
- Intereses limitados y restrictivos.
- Conductas repetitivas.
- Dificultad para integrar las percepciones sensoriales en su totalidad.
Por lo anterior, la repercusión en la alimentación puede afectar de varias maneras. ¿Cuáles son los principales trastornos alimentarios en niños con esta condición? A continuación, los detallamos.
Descubre: Síntomas de autismo en niños
Principales trastornos alimentarios en niños con autismo
1. Dieta poco variada
Debido a la selección limitada de alimentos, y a las fuertes aversiones que les pueden despertar algunos de ellos, la dieta de los niños con autismo puede ser muy poco variada. El rechazo puede ser a unos alimentos concretos, a un grupo entero, a los alimentos con determinado color o textura, etcétera.
También suelen tener preferencia por un tipo de preparación o presentación. En general, y sin que sirva de norma para todos los niños, suelen gustar más los alimentos de colores rojo, amarillo o naranja, mientras que las texturas más rechazadas son las granulosas, viscosas y astringentes.
2. No comer suficiente
Los niños con autismo tienen problemas para centrarse en una sola tarea durante largo tiempo y, por ende, esto hace que les cueste estar sentados en la mesa desde el primer plato hasta los postres.
Si a esto le sumamos lo visto en el apartado anterior (elecciones alimentarias restrictivas), podría ser que sus dietas fuesen insuficientes en cuanto a aporte de energía y de nutrientes.
En algunos casos, además, puede existir una dificultad para establecer los roles de poder y de aceptación de los límites impuestos. Entonces, son los propios niños los que toman el control total de su alimentación, por lo que eligen qué comer, qué no y en qué cantidades.
3. Aversiones alimentarias originadas por un condicionamiento clásico negativo
El condicionamiento clásico es la existencia de un estímulo-respuesta que aparece producto de una experiencia. A raíz de ello, es común que se genere aversión o rechazo a algunos alimentos si la experiencia posterior que ha tenido el niño, después de probarlo por primera vez, ha sido negativa.
Las experiencias negativas pueden ser las siguientes:
- Físicas: dolor abdominal, vómitos, diarreas, etcétera.
- Malestar generado por un enfado o un forcejeo para que coma el alimento.
Además, el recuerdo negativo puede hacerse extensivo a otros alimentos similares, lo cual disminuye la variedad de los alimentos aceptados.
4. Problemas relacionados con la medicación
Algunos de los medicamentos usados para el tratamiento de los trastornos del espectro del autismo (TEA) tienen su repercusión en la alimentación de los niños. Causan una disminución o aumento del apetito, y pueden impedir la absorción de algunas vitaminas o minerales.
Por eso es importante conocer los efectos secundarios de los tratamientos y comentarlos con los profesionales encargados de tratar a los pequeños.
5. Malestares digestivos frecuentes
Los niños con autismo pueden presentar, a menudo, algunos síntomas relacionados con el sistema digestivo y la alimentación. Estos incluyen los siguientes:
- Dolor abdominal.
- Pirosis.
- Diarrea crónica o estreñimiento.
- Regurgitaciones.
- Flatulencias
- Vómitos.
En cualquier caso, cabe destacar que la aparición de estos síntomas no viene provocada por el trastorno propiamente dicho, si no por los problemas alimentarios que se derivan de él y que hemos ido comentando.
Por ejemplo, la restricción de algunas frutas y verduras puede desembocar en dietas muy pobres en fibra, las cuales acaban provocando problemas de estreñimiento. O bien, las dificultades e insuficiencia masticatoria pueden producir malas digestiones y flatulencias.
No obstante, hay que prestar atención a la frecuencia e intensidad de los síntomas y valorar la posible existencia de una intolerancia o alergia alimentaria como pasa con muchos niños durante la infancia.
Lee más: Alergia, intolerancia, aversión e intoxicación alimentaria: conoce las diferencias
¿Es necesario intervenir ante los problemas alimentarios?
Delante de cualquier trastorno alimentario en niños con autismo es necesario actuar lo más rápido posible. Aunque quizás no son considerados una prioridad, las carencias durante la infancia pueden llegar a desembocar en situaciones de malnutrición o desnutrición.
Lo anterior sí que representaría un problema añadido para el correcto desarrollo y crecimiento de los niños. Un meta análisis de estudios científicos encontró que hay un aporte de proteínas y calcio menor en las dietas de los niños con autismo en comparación con menores sanos.
Por lo tanto, es importante comentar cualquier problema sobre los aspectos que atañen a la alimentación para encontrar una solución adecuada en cada caso. Además, los especialistas destacan la necesidad de una dieta adaptada a cada niño (sus preferencias y sus manifestaciones) y un control de su estado nutritivo.
De esta forma, podrían mejorar sus problemas digestivos y prevenir posibles futuros problemas relacionados con la alimentación inadecuada.
Los trastornos alimentarios en niños con autismo requieren atención
Atender de manera oportuna los trastornos alimentarios que se dan en niños con autismo es determinante para evitar complicaciones durante su proceso de desarrollo y crecimiento. Así pues, cualquier anormalidad en la conducta alimentaria es motivo de consulta con pediatras, nutriólogos y demás profesionales.
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