Apoplejía: factores de riesgo y síntomas

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Jun 30, 2020   Salud

La apoplejía es un síndrome neurológico brusco que consiste en una hemorragia o pérdida de la circulación sanguínea en el cerebro.

Cuando el riego sanguíneo no llega de manera correcta al cerebro, se produce muerte del tejido cerebral. Esto se traduce en un déficit neurológico que puede ser causa de discapacidad o de muerte.

En realidad, el término apoplejía se refiere simplemente al sangrado o interrupción sanguínea en cualquier órgano. De este modo, existen numerosas apoplejías dependiendo al órgano que se refieran. Sin embargo, cuando la palabra se utiliza sola suele referirse a un accidente cerebrovascular.

La prevalencia de la apoplejía es elevada, especialmente en personas de edad avanzada. Por ello, es importante conocer sus síntomas y sus factores de riesgo.

¿Qué significa apoplejía?

En la actualidad, los términos de ictus, accidente cerebrovascular y apoplejía suelen usarse como sinónimos. Sin embargo, existen ciertas diferencias:

  • Ictus o infarto cerebral. Es un cese del riego sanguíneo en el cerebro.
    • En primer lugar, puede estar causado por una obstrucción en alguno de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro (isquemia). Esto se suele relacionar con problemas de ateroesclerosis.
    • Por otro lado, puede deberse a una hemorragia intracerebral. Entonces se denomina ictus hemorrágico.
  • La apoplejía es un término antiguo. Se empleaba para denominar la suspensión de alguna función cerebral. Existe una apoplejía funcional en la que no existen alteraciones estructurales en el cerebro, como se dan en el ictus; solo se producen síntomas similares, pero sin anomalías subyacentes.
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Factores de riesgo para sufrir apoplejía

Existen numerosos factores de riesgo para sufrir apoplejía. Por una parte están los factores de riesgo no modificables, que engloban la edad, el sexo o los antecedentes familiares.

A partir de los 55 años, se duplica el riesgo de padecerla con cada 10 años que pasan. Además, hay una mayor incidencia en hombres que en mujeres. También cabe destacar que si algún familiar ha sufrido apoplejía, incrementa la posibilidad de que ocurra.

Por otro lado, existen numerosos factores que sí son modificables:

  • Hipertensión arterial. Es el trastorno vascular más frecuente y su incidencia también aumenta con la edad. Las cifras normales de tensión arterial son de 130/80 mmHg. Debemos limitar el consumo de sal a 2 gramos  al día para controlar mejor nuestra tensión arterial y reducir el riesgo de apoplejía.
  • Fumar. El tabaco se ha relacionado con un efecto nocivo directo para las arterias.
  • Colesterol. Las cifras de colesterol por encima de 200 mg/dL se relacionan con problemas de ateroesclerosis y con un mayor riesgo de obstrucción arterial. Por ello, es esencial cuidar la dieta y reducir el consumo de grasas, especialmente saturadas.
  • Sedentarismo. Se recomienda, como mínimo, caminar media hora al día, cinco días a la semana.
  • El estrés también es un importante factor de riesgo cardiovascular.

La diabetes también se considera determinante, al igual que el haber sufrido anteriormente una enfermedad cardiovascular.

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Síntomas de la apoplejía

Los síntomas varían en función del área cerebral afectada. Pueden ser sensoriales, motores o mixtos. Los más comunes son:

  • Disartria. Consiste en una dificultad para hablar o entender el lenguaje.
  • Hemiparesia y hemiplejía. Es la pérdida de fuerza o parálisis en el brazo y pierna del mismo lado del cuerpo y de una parte de la cara.
  • Problemas de equilibrio y coordinación. También suele haber mareo.
  • Dificultad al caminar.
  • Dolor de cabeza brusco e intenso. Se puede acompañar de pérdida de visión.

No obstante, hay situaciones en las que el cuadro es de baja intensidad y duración y pasa desapercibido. Puede cursar solo con debilidad muscular sutil, pequeños episodios de amnesia o desorientación. 

Si cualquiera de estos síntomas tiene lugar, es importante acudir a urgencias. La apoplejía es una patología tiempo-dependiente que debe ser tratada lo antes posible.

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En conclusión

Ante una apoplejía, es vital acudir de manera precoz a un centro hospitalario para instaurar el tratamiento cuanto antes, ya que, durante las primeras horas, es más fácil recuperar las funciones cerebrales afectadas.