Jun 30, 2020 Salud
La regurgitación infantil es un fenómeno común en bebés menores de un año. La regurgitación consiste en el paso del contenido del estómago a la faringe o a la boca. A diferencia del vómito, la regurgitación se produce sin esfuerzo ni náuseas.
Ocurre en más del 50 % de los bebés. Sin embargo, en ocasiones, la regurgitación infantil puede ser signo de enfermedad por reflujo gastroesofágico. En este artículo te explicamos cuáles son sus causas y sus síntomas.
¿Por qué ocurre la regurgitación infantil?
La regurgitación infantil ocurre porque su sistema digestivo aún no está completamente desarrollado. El esófago presenta una válvula que regula el paso de los alimentos hacia el estómago. Es el esfínter esofágico inferior.
En los recién nacidos, aún es inmaduro, por lo que el contenido del estómago tiende a volver al esófago. Cuando el bebé crece, esta válvula se desarrolla y las regurgitaciones van desapareciendo de manera natural.
Además, otro factor que promueve la regurgitación es la postura del bebé. Los niños, antes de los 8 meses de vida, pasan la mayor parte del día tumbados. Esto también favorece el movimiento del alimento hacia la boca.
El hecho de que la alimentación sea casi totalmente a base de leche también es un factor importante. Cuando el bebé comienza a ingerir alimentos sólidos, las regurgitaciones disminuyen. Del mismo modo, influye la cantidad de alimento que ingieran. Cuanto más »lleno» esté el bebé, más fácil es que este fenómeno ocurra.
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Cuándo preocuparse por la regurgitación infantil
Como bien hemos dicho, la regurgitación infantil es un fenómeno fisiológico en la mayoría de bebés. Sin embargo, es recomendable consultar al pediatra si el bebé presenta síntomas como:
- El bebé no aumenta de peso.
- Sus regurgitaciones son muy abundantes.
- Está cansado, inactivo o somnoliento.
- Las regurgitaciones se producen con fuerza o se acompañan de sangre.
- Presenta signos de deshidratación. Cuando esto ocurre, el bebé moja menos pañales, tiene los ojos hundidos, las mucosas secas, etcétera.
- Si el líquido que regurgita es de color verde o marrón.
Cuando esto ocurre, puede que el bebé sufra reflujo gastroesofágico. Es decir, si las regurgitaciones persisten en el tiempo o presentan estos síntomas, es posible que se trate de algo más grave.
El reflujo continuo puede provocar la alteración de la mucosa esofágica, ya que el contenido del estómago tiene un pH ácido. De hecho, puede llegar a causar anemia o complicaciones aéreas. El bebé puede sufrir episodios de apnea, tos persistente o bronquitis de repetición.
Para diagnosticar el reflujo, se utilizan pruebas complementarias como la endoscopia, pHmetría esofágica y pruebas radiológicas.
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Qué hacer ante las regurgitaciones
Aunque se trate casi siempre de algo normal, también puede resultar incómodo tanto para el niño como para los padres. Existen algunas medidas que nos pueden ayudar a reducir las regurgitaciones infantiles. En primer lugar, es recomendable mantener al bebé erguido, no totalmente acostado.
Especialmente después de cada comida durante media hora, puedes colocar almohadas o pañales bajo el colchón para conseguir la inclinación. Igualmente, evita juegos muy activos después de haberle dado de comer.
En segundo lugar, es importante alimentar al bebé de forma tranquila y evitar que coma en exceso. Del mismo modo, se recomienda hacerle eructar. Los eructos impiden que el aire se acumule en el estómago y favorecen la digestión.
Si estás alimentando a tu bebé con leche de fórmula, es aún más importante no darle demasiada cantidad. La leche de fórmula es más difícil de asimilar.
Cuando nada de esto ayuda o el bebé presenta los criterios de gravedad, el médico puede recomendar medicamentos. Funcionan reduciendo la cantidad de ácido en el estómago. Sin embargo, no debes administrar a tu bebé medicamentos a menos que el médico lo indique. Los medicamentos más usados para el reflujo gastroesofágico son:
- Bloqueadores H2, que disminuyen la producción de ácido.
- Inhibidores de la bomba de protones, que reducen la cantidad de ácido que produce el estómago.
En algunos casos, los medicamentos no ayudan. Por ello, existen técnicas quirúrgicas reservadas para ello. Sólo se realiza cirugía cuando el bebé tiene problemas respiratorios graves o una causa anatómica subyacente.
En conclusión, la regurgitación infantil es algo normal. Sin embargo, es importante estar atento a los signos de alarma mencionados y acudir al médico ante cualquier duda.
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