Los besos y los abrazos son la mejor medicina para tus hijos

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Jun 30, 2020   Pareja

Pocas cosas resultan tan reconfortantes y emocionalmente positivas como los besos y los abrazos. Nuestros mejores recuerdos, los más intensos, se edifican a menudo alrededor de estos instantes en que permanecemos, durante unos segundos, abrazados a los seres que más amamos.

El poder de los besos y los abrazos en los niños va más allá del plano físico. Son gestos que les permiten crecer, que fortalecen su autoestima e incluso la seguridad para interactuar con el mundo. Abrazar es salud y esa medicina tan económica que deberíamos «administrar» cada día, en especial, a los más pequeños.

Los besos y los abrazos, una medicina

Según un artículo publicado en la revista Scientific American, uno de los efectos más preocupantes de los orfanatos es la carencia de caricias y gestos afectivos.

A pesar de que los niños estén bien alimentados y reciban un trato correcto, no existe la suficiente interacción para que el desarrollo cerebral de estos pequeños encuentre «esa chispa» afectiva con la cual crecer con mayor seguridad.

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La infancia temprana, una época clave

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El cerebro de un recién nacido es un escenario hambriento de experiencias, estímulos y emociones con las cuales construir nuevas interacciones neuronales y  propiciar así unas estructuras cerebrales más fuertes.

  • Cuanto mayor sea el estrés, el miedo o la inseguridad, menor tamaño tendrán determinadas estructuras, como puede ser el hipocampo (relacionado con la memoria y las emociones).
  • Se sabe que los niños que han crecido en ambientes inmunodeprimidos, faltos de afecto y de contacto físico, pueden desarrollar desde estrés postraumático, hiperactividad y baja autoestima hasta conductas de agresividad el día de mañana.
  • Según un trabajo publicado en la revista Desarrollo y Psicopatología, se descubrió que en muchos orfanatos de Rumanía a lo largo de las décadas de los 80, los bebés sufrían un elevado estrés emocional.

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  • Este estrés tenía como origen la grave carencia afectiva que sufrían en dichos centros. Todo ello disparaba el nivel de cortisol en sangre y, en especial, en sus cerebros.
  • Este efecto era potencialmente negativo si los recién nacidos pasaban sus ocho primeros meses de vida de este modo. Si pasaban entre dos o tres meses y, después, eran adoptados por una familia afectuosa y enriquecedora, este efecto podría revertirse.
  • Según este estudio se descubrió que un bebé que sufre de elevado estrés emocional a lo largo de sus primeros ocho meses de vida, desarrolla, generalmente, un cociente intelectual mucho más bajo, y mayores conductas de ansiedad.

Los besos y los abrazos, el lenguaje universal

No hay nada tan instintivo, poderoso y sanador como el abrazo de un ser querido. En el caso de los bebés y los niños es aún más necesario llevar a cabo este tipo de acciones. Te damos una serie de justificaciones:

 1. Reducción del estrés

Ya sabemos que los gestos positivos llenos de afecto como las caricias, los besos y los abrazos actúan como reductores de estrés y favorecen la conexión neuronal en los bebés.

2. Formadores de vínculos

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Ahora bien, también debemos tener en cuenta que los abrazos crean vínculos. Para favorecer la unión parental con tus niños, abrázalos desde bien pequeños. Es muy posible que, a medida que crezcan, esta práctica les vaya incomodando, pero es algo imprescindible que os ayudará a estar más unidos.

Los expertos nos dicen que sería ideal que hasta los 4 o 5 años los despertáramos y los acostáramos con un beso y un abrazo. Nada como empezar y terminar el día con ese gesto de afecto.

3. Los abrazos dan seguridad

A medida que se van haciendo mayores, los abrazos son muy terapéuticos cuando los niños se enfadan, cuando sienten miedo o preocupación. Aunque no deba existir un motivo concreto para abrazar, hay situaciones que claman ese contacto para conferir seguridad.

Si bien a veces estamos cansados porque la labor de ser padres puede ser en ocasiones agotadora, es importante no desatender nunca el «cuidado emocional».

Un niño no sólo necesita alimento, ropa y un colegio al que asistir. Los niños necesitan palabras positivas, que atendamos sus miedos y sus preocupaciones. Nos piden que seamos buenos gestores de su mundo emocional para que entiendan sus rabietas, sus preocupaciones.

Los niños, además, saben muy bien cuándo una abrazo o una caricia es sincera y cuando lo hacemos con prisa. Dedícales tiempo.

Ningún gesto de afecto es tan importante como el de un padre con sus hijos, y ello requiere que seamos buenos artesanos en estos instantes mágicos que habrán de perdurar para siempre en sus mentes.

Así que dinos… ¿Ya has abrazado hoy a tus hijos? No dudes en hacerlo… ¡Aunque sean ya unos adolescentes!