El apego infantil y su importancia para la vida adulta

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Jun 30, 2020   Maternidad

El apego infantil es el vínculo emocional y conductual que se establece en las primeras etapas de la vida de un ser humano y que determina sus relaciones futuras. Sin embargo, en todo debe de haber un equilibrio, y esto no iba a ser una excepción. Un exceso de apego, demasiados mimos o una excesiva protección son tan negativos como una ausencia de abrazos, de muestras de cariño y de atención.

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El apego infantil es una necesidad básica

Familia con un bebé

El apego infantil permite que el cerebro de los niños se desarrolle de manera natural y sana. Gracias al apego se empiezan a establecer determinadas dinámicas sobre cómo relacionarse y socializar con los demás.

Si los padres no piensan en los hijos, se alejan de ellos y entre la pareja hay una relación disfuncional, es probable que estos se muestren muy inseguros en sus relaciones el día de mañana.

La seguridad en los primeros años de vida es muy importante para tener relaciones sanas. También para que estas no terminen derivando en una dependencia emocional, algo de especial cuidado.

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Cuando, por ejemplo, los niños sufren la separación de sus padres en este desarrollo del apego infantil, estos se centran en ellos. Así, en la mayoría de los casos, ignoran a los hijos, creen que «no se enteran de nada», que los más pequeños no desarrollan problemas de ansiedad con respecto a las relaciones.

Los tipos de apego infantil

1. El apego seguro

Madre e hijo en la cocina

En este tipo de apego los padres se aproximan a sus hijos y responden a sus demandas emocionales. No los ignoran, les demuestran su afecto y buscan siempre el contacto.

El hecho de buscar siempre el contacto con los hijos no se refiere a la situación de «dame un beso» o «dame un abrazo». Esta es una demanda a la que, quizás, los más pequeños no quieran responder porque no les apetezca.

2. El apego ansioso-ambivalente

En este tipo de apego infantil los padres son cariñosos, pero no saben cómo demostrarlo. Por eso, hay un menor contacto, no empatizan tanto con los niños y hay cierta distancia.

Además, hay algo importante. En este tipo de apego hay una motivación siempre negativa hacia el niño, es decir, se señala todo lo malo que hace, pero no lo bueno. Esto puede derivar en una falta de autoestima.

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3. El apego ansioso-evitativo

Niña abrazando a su madre por apego infantil

En este caso, hay un claro rechazo hacia los más pequeños y los padres muestran comportamientos muy desagradables. Por ejemplo, progenitores que son infieles, alcohólicos, donde hay maltrato y donde el niño no ocupa ni siquiera un segundo plano, es invisible, a veces, incluso una carga.

Las conductas de rechazo son habituales, al igual que los castigos. El niño entenderá que molesta y que no se le quiere. Esto se reflejará en sus relaciones posteriores donde siempre se verá decepcionado.

4. El apego ansioso-desorganizado

En este último caso de apego infantil se da el maltrato y la manipulación dentro de la familia, en especial en la relación entre los progenitores.

El niño se encuentra desorientado, ya que se aproxima a la figura que se apega, pero esta en realidad lo manipula. Entonces, la teme y hay ahí una incoherencia increíble. Esto se manifestará en sus relaciones, no sabrá lo que quiere. No sabrá amar y la manipulación y el control serán algo presente en todas ellas.

Niña triste

Como hemos podido observar, el apego infantil es muy importante y la raíz de todos aquellos problemas que nos abordan en las relaciones que mantenemos en la vida adulta. Es imprescindible desarrollar un apego saludable.

Es con los padres con los que iniciamos nuestra primera socialización y formación de vínculos. El equilibrio, como bien decíamos, también desempeña un papel clave. Tanto el exceso como la falta de ese contacto y de ese cariño será muy negativo.

La consecuencia más significativa es la de depender de los demás, no solo para recibir afecto, sino también para buscar su aprobación. No todos hemos tenido un apego seguro en la infancia, pero lo positivo de esto es que se puede cambiar.

Así, podemos aprender a mejorar esas relaciones frustradas y llenas de dolor que son producto de una infancia donde el apego no se desarrolló de la manera adecuada.