Jun 30, 2020 Pareja
En una época en la que las separaciones y divorcios están ‘a la orden del día’, la terapia de pareja puede ser la solución a los problemas que nos llevan a tomar una decisión tan drástica.
Esta ayuda extra, además de estar en auge, es una de las formas más sanas de hacer frente a los conflictos existentes entre los dos miembros de un matrimonio o pareja.
Profundicemos.
¿Cuándo ir a terapia de pareja?
Hablar con un profesional puede ayudar a salvar un matrimonio pero, atención: solo si los dos miembros están de acuerdo y si se realiza a tiempo. Hay veces que, por desgracia, cuando se toman cartas en el asunto ya es demasiado tarde.
Hay que tener claro que la terapia de pareja no es una solución mágica para los problemas y tampoco una opción milagrosa para convertir la relación en ‘perfecta’. No obstante, sí puede ayudar a limar asperezas.
Hablar con una tercera persona ajena al matrimonio abre la mente y permite comunicar mejor lo que sucede.
Localizar el problema
En las sesiones o encuentros el objetivo es buscar la raíz de los resentimientos, los malos tratos o las diferencias. Además, hay que utilizar diversas herramientas o técnicas para aceptar, perdonar y mirar al futuro.
De hecho, para que una terapia de pareja tenga éxito, el primer factor es la aceptación. Esto significa que las dos personas que forman la relación han de estar de acuerdo.
El éxito radicará en cuánto hacen en pos de mejorar y si creen que están realizando lo correcto. No vale de nada ir para quedar bien o para que la pareja no insista más.

La terapia de pareja no funciona si el amor se acabó o si uno de los dos no se interesa por salvar la relación. Es difícil indicar en qué momento específico se debe pedir una cita, todo depende de cómo se sienta cada uno y cuánto se haya intentado hacer por salvar la unión.
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¿Cómo funciona una terapia de pareja?
Lo primero que se hace en una sesión es preguntar, por separado, si ambos están dispuestos y convencidos de la terapia. Luego, se trata de encontrar el verdadero problema.
Muchas parejas acuden a la consulta porque discuten demasiado por diversos temas. Sin embargo, detrás de ello hay conflictos escondidos que aún no han podido resolver.
En segundo término, se trabaja en el diálogo, en mejorar la comunicación y en dejar de lado el monólogo. Es fundamental empatizar con el otro, escuchar lo que tiene que decir y no dar nada por sentado.
Si hay algo que no se entiende, preguntar es la clave. Y por supuesto, ‘ponerse en los zapatos del otro’ es muy importante también en esta fase.
Claro está que no podemos hacer terapia durante una hora a la semana y el resto del tiempo olvidar todo lo aprendido o practicado en la consulta.
Las dos personas deben ser conscientes de que son parte del problema, pero también de la solución.
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Con diversos ejercicios o herramientas, el terapeuta ayudará a resolver los conflictos, a reducir las discusiones y a reconectarse con el otro. En definitiva, eso es lo que nos hace falta cuando acudimos a terapia de pareja: conexión.
Problemas surgen continuamente en una relación, pero el ‘quid de la cuestión’ está en cómo los solucionamos.
Todos tienen que poner de su parte
Es fundamental tener en cuenta que una terapia de pareja no garantiza la unión y tampoco es infalible. Hay muchos casos de personas que han decidido separarse -en buenos términos- tras un par de sesiones.
Sin embargo, a diferencia de otros divorcios, es más probable que estos sean más conscientes, comprendidos y aceptados por ambas partes. La terapia es un recurso que tenemos a disposición para mejorar nuestra relación.
También puede ser usada antes de tomar la decisión de casarse o de tener hijos, ya que mejora la visión a futuro. Igualmente, hay personas que acuden con sus ya ex parejas, en un intento de mejorar la relación (en caso de que haya niños de por medio, por ejemplo).
Hablar con un psicólogo y buscar ayuda en él es una buena forma de tomar las riendas de la situación y no limitarse a las lamentaciones.
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