Jun 30, 2020 Salud
La depresión atípica es un subtipo de depresión mayor que no es fácil de diagnosticar. Su sintomatología se relaciona con condiciones que pueden ser confundidas con otros problemas como el simple cansancio, el estrés o incluso las enfermedades metabólicas.
Lo cierto es que las personas no siempre somos del todo conscientes de lo que nos está ocurriendo. Y, aún más, de que lo que nos ocurre no se debe al simple agotamiento o a una mala época.
Los médicos de atención primaria son, sin duda, los primeros en tener que estar atentos a esa sintomatología que, a veces, viene camuflada con un aumento de peso y somnolencia, entre otros. Hablar de depresión atípica es hablar de una enfermedad que, a día de hoy, pueden estar sufriendo muchas personas sin saberlo.
Hoy en nuestro espacio queremos hablarte de ella, queremos ante todo evidenciar esas características ante las cuales debemos estar atentos. Profundicemos.
La depresión atípica: cuando el cuerpo duele porque el alma llora
La mayoría de profesionales de la salud disponen de un protocolo básico para identificar una depresión: pensamientos negativos recurrentes, indefensión, insomnio y deseos suicidas, entre otros. A partir de aquí ya se haría un diagnóstico más ajustado para establecer la tipología y el tratamiento farmacológico y terapéutico que se debe seguir.
Sin embargo, cuando hablamos de depresión atípica, parece que puede identificarse por diversos síntomas como ansiedad social, agorafobia, antecedentes de trauma físico o sexual en la infancia, tal como indica Michael Thase, profesor de psiquiatría en la Universidad de Pensilvania, en su investigación.
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Síntomas físicos que se confunden con otras condiciones médicas
Las personas con depresión atípica suelen subir de peso sin saber la razón. No basta solo con tener más hambre o más ansia de la habitual: el propio metabolismo del paciente cambia y tiene mayor tendencia a acumular grasa.
- Otro síntoma que puede ser habitual es el cansancio y el dolor físico, sobre todo en brazos y piernas: los notan muy pesados, tanto que hay determinadas horas en que sienten dificultad para moverse.
- Ese agotamiento hace que sientan pocas o ningunas ganas de formar parte de las tareas cotidianas y, poco a poco, se van autoexcluyendo de las actividades sociales.
Hipersomnia
Así como en el resto de depresiones las personas suelen tener serios problemas para conciliar el sueño, en la depresión atípica es común sentir un sueño extremo.
Pueden dormir muchas horas seguidas, lo cual puede sumir a la persona en un estado de cansancio continuo, de debilidad y de ver la realidad como en un ensueño del que no se siente partícipe.
Hipersensibilidad
Este trastorno del estado del ánimo puede cursar con mal humor, irritabilidad y la incapacidad de contagiarse de las emociones positivas.
Las buenas noticias, los instantes de distensión, de risas o festividad son vistos desde la distancia, ya que son molestos o incluso incomprensibles. No pueden «contagiarse» de esas emociones asociadas a la felicidad.
A su vez, y por si esto no fuera suficiente, es común tener pensamientos catastrofistas. Pueden pensar que cualquier cosa que se inicie va a terminar mal, que no vale la pena reaccionar o actuar porque sienten que no tienen el control sobre nada.
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Épocas de gran ansiedad
La ansiedad elevada también queda vinculada a este tipo de depresión. Por curioso que parezca, la persona con depresión atípica es muy consciente de su estado de indefensión y se siente mal por ello. Así, puede llegar a desarrollar un autorrechazo que le provoca aún más ansiedad.
Es común que pase épocas de más calma y de somnolencia, y meses donde los nervios, el estrés y la ansiedad atenaza su mente, su cuerpo y cada ámbito de su vida. Esto es algo que tiene un serio impacto a nivel social y laboral.
¿Qué desencadena la depresión atípica?
La depresión atípica afecta en mayor medida a las mujeres jóvenes. Normalmente son ellas quienes acuden a pedir ayuda antes y quienes tienen mayor facilidad a la hora de gestionarlas o de facilitar el desahogo emocional.
Por otro lado, cabe decir que no hay una causa única y exclusiva que determine la depresión atípica. Es una realidad multifactorial. Veamos con detalle los posibles desencadenantes.
Muchas veces tiene una causa genética. Si nuestros padres padecieron esta enfermedad, tenemos mayores probabilidades de padecerla si, por ejemplo, nos enfrentamos de pronto a un hecho complejo: una pérdida, una separación afectiva, un hecho traumático…
- Los expertos nos explican que se suele desarrollar con la combinación de dos hechos: a veces, un accidente de tráfico y el tener predisposición genética activa la depresión.
- Otras veces, son «muchos pocos haciendo un mucho». Problemas familiares, insatisfacción personal, el estrés cotidiano y las dinámicas aprendidas para gestionar nuestro mundo emocional podrían desencadenar este estado.
Por último, en lo que se refiere al tratamiento, como siempre ocurre en el abordaje de esta enfermedad es multidimensional: fármacos, terapia psicológica, apoyo social… Aquel que el profesional especializado considere más adecuado teniendo en cuenta la sintomatología y las circunstancias de la persona.
La depresión atípica es un subtipo de la depresión mayor y por lo tanto, estamos ante una realidad grave, donde el entorno familiar debe estar siempre cerca, vigilante, paciente y comprensivo para con la persona afectada.
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