¿Cómo afecta la temperatura al sistema inmune?

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Jun 30, 2020   Salud

Se acerca el verano y, con él, parece que dejamos atrás las gripes estacionales y los procesos víricos propios del invierno. El aumento de la temperatura en los países occidentales siempre se ha visto correlacionado con una disminución de enfermedades infecciosas.

El invierno es el momento de los mocos y el catarro, la primavera lo es de las congestiones y alergias y el verano parece libre de patologías. Aún así ¿sabes cómo reacciona el sistema inmune ante las variaciones en la temperatura? A continuación te lo contaremos.

Menos virus y más bacterias según la temperatura

Es esencial destacar que, independientemente del efecto del calor o el frío sobre el sistema inmune, la dinámica propia de gérmenes y patógenos juega un importante papel en los ciclos infectivos de la población:

  • Por ejemplo, virus como los del catarro o la gripe se transmiten mejor en ambientes fríos y secos, pues su estructura tridimensional no aguanta bien las altas temperaturas y la humedad parece favorecer su precipitación temprana. Por ello, son predominantes durante el invierno.
  • En cambio, diversas bacterias patógenas aumentan su capacidad de replicación en temperaturas altas. Este es el caso del género Salmonella, por ejemplo, que aumenta su incidencia durante el verano.
  • Las enfermedades zoonóticas transmitidas por insectos también aumentan ante altas temperaturas, pues estos suelen proliferar en climas cálidos. Ejemplos de ello son los mosquitos y la fiebre del Zika, la malaria y otros.
Dengue

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¿Cómo afecta el aumento de la temperatura sobre el sistema inmune?

Para dar respuesta a esta compleja pregunta, hemos elegido un reciente estudio llevado a cabo por la universidad de Tokio en ratones. Estos resultados pueden servir para predecir dinámicas humanas, pero no deben tomarse como realidades absolutas, sino más como aproximaciones biológicas.

Los científicos alojaron diversos grupos muestrales de ratones en condiciones de temperatura diferentes: a 4 grados, a 22 grados y a 36 grados. A todos se les infectó con el virus de la gripe.

El sistema inmune de los ratones en condiciones de temperaturas muy altas no respondió con eficacia. También cabe destacar que los ratones alojados bajo temperaturas altas perdieron el 10 % de su masa corporal en las primeras 24 horas.

Esto supone distintas preguntas: ¿la disminución de la eficacia del sistema inmune se debe a una nutrición más pobre y a un posible estrés hídrico o los patrones de expresión de los genes corporales cambian con el calor?

No existe aún una respuesta clara, pero han de realizarse más experimentos para dilucidar la dinámica entre infecciones víricas y la temperatura.

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Más allá de la gripe

Pero las fluctuaciones en el sistema inmune van mucho más allá de lo expuesto hasta ahora. La actividad de un cuarto de los genes de los seres humanos varía según la estación, siendo unos más activos en invierno y otros en verano.

Un estudio realizado por el director del Laboratorio de Diabetes e Inflamación del JDRF/Wellcome Trust evaluó cómo afecta la estacionalidad en la expresión molecular en humanos.

Se analizaron individuos de poblaciones de Reino Unido, EE.UU., Australia y Gambia y todos mostraron patrones de variación diferentes entre ellos. Por ejemplo, en Europa se observó una tendencia a la expresión de genes proinflamatorios en invierno. Durante esta estación, el sistema inmune es más proclive a realizar respuestas inflamatorias.

Esto nos deja casi más preguntas que respuestas, pues se sospecha que la expresión genética que modifica la respuesta inmune varía según la temperatura y las horas de luz. No obstante, aún hace falta mucha investigación para entender los mecanismos concretos.

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La estacionalidad, la temperatura y los cambios de hábitos

Los seres humanos nos encontramos condicionados por miles de factores a la hora de responder ante patógenos. Por ello, cuantificar la eficacia del sistema inmune en las distintas estaciones es muy complejo.

Por ejemplo, durante el verano aumenta la incidencia de enfermedades gastrointestinales. Pero ¿esto a qué se debe? Podemos proponer diversas causas; todas son explicaciones posibles, pero no confirmadas:

  • El aumento de las temperaturas promueve el crecimiento bacteriano en alimentos.
  • Los humanos viajan más y se exponen a bacterias a las que no están acostumbrados, por lo que es más fácil sufrir diarreas.
  • El sistema inmune falla más ante temperaturas altas.
  • La deshidratación y bajada de peso eventuales durante el verano disminuyen la capacidad de respuesta inmune.

El sistema inmune está influido por numerosos factores

Como podemos ver, a la hora de evaluar este tema hay que tener en cuenta muchísimos factores. Lo más probable es que la respuesta no se encuentre solo en uno de ellos.

No obstante, la ciencia continúa trabajando para matizar las posibles respuestas a estas cuestiones. Son necesarios más estudios que aclaren estos conceptos.